El apego al resultado genera ansiedad y evita que disfrutes el presente. Si únicamente estas enfocado en lo que tienes que conseguir, corres el riesgo de poner poca atención al proceso y al momento que vives. Si lo único que cuenta es llegar, entonces el proceso perderá significado. Me ha tocado ver deportistas frustrados por no conseguir el tiempo o el lugar esperado en la competencia. Si lo pusiéramos en una parametría del 1 al 10, cuando no sacan el 10 dejan de ver lo que logran del 1 al 9. Tan lo dejan de ver que algunos no se lo reconocen ni lo festejan.

Phil Jackson en su libro Once Anillos comenta que obsesionarse con ganar es el juego de los perdedores; lo máximo que podemos esperar es crear las mejores condiciones posibles para el triunfo, dar lo mejor de nosotros mismos y atenernos al resultado. Lo más importante es jugar bien y tener la valentía de crecer, no sólo como seres humanos, sino como jugadores. Hay que centrarse en el camino más que en la meta.

Como bien dice, centrarse en el camino, porque si no hay camino, o te pierdes en él, o te lastimas o la pasas agotado, probablemente no harás una buena meta. Si te ha pasado esto, puedes hacerte estas preguntas: Si no logré el resultado ¿Qué otras cosas logré en este proceso? ¿Qué nuevas relaciones establecí durante mi ciclo de entrenamiento? ¿Qué fue significativo para mí en este proceso? ¿Qué logré que me puede servir para mi siguiente competencia? ¿Qué aprendí? ¿Qué puedo hacer diferente? ¿Qué avances tuve en mis indicadores? Todo suma y los procesos son escalones que contribuyen a ganar experiencia y a tu crecimiento como persona y como deportista. Si no hay camino, no hay meta.

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